Quique ha conseguido cambiar el panorama en muy pocos meses, ha conseguido que una hinchada que necesita muy poco para ilusionarse tenga, al fin, motivos para la euforia, cuando más resignada parecía. Sin embargo, el Atlético vive de estados anímicos, metido dentro de una montaña rusa que le puede hacer ganar o perder contra cualquiera, dependiendo del estado de confianza de sus jugadores.
Por eso, Quique debe de cuidar la liga, con el objetivo de que sus jugadores lleguen lo más confiados posibles porque, entonces, ni el mismísimo Sevilla, que por otro lado viene de capa caída, es rival para el atlético. Por otro lado, el objetivo de Quique ya está cumplido. Si, como es de esperar, el Sevilla se clasifica para la Champions, el Atlético encontrará el atajo para jugar competiciones europeas que, vista la falta de continuidad del equipo, difícilmente iba a alcanzar de otra manera.
Visto lo visto, el Atlético se debe dedicar a administrar esfuerzos de cara a un solo partido, trabajando el estado anímico y dejando mucho espacio para las rotaciones, con el objetivo de que todos lleguen como un tiro a la final. Sin embargo, también hay que trabajar para que los nervios no traicionen a más de uno, lo que parece lo más complicado, sobre todo en defensa, donde Quique ha colocado a algunas piezas, como Domínguez, con bastante solvencia, pero donde otras, como Perea, siguen desentonando.
Ahora, sin fecha definitiva para la final, a los atléticos les esperan tres meses de recuerdos de los buenos y de los malos momentos del pasado. Nos pondrán en televisión tres mil reposiciones de la final del doblete y de otros recuerdos como el bote de Toni ante Tamudo, que alimentaran más la ilusión de los aficionados atléticos que no entienden de medias tintas. Si ganan se desatará la euforia más absoluta, pero si pierden la decepción más tremebunda caerá sobre ellos, les hará renegar de su equipo una vez más, hasta que su Atlético le vuelva a dar otro motivo para ilusionarse.
Pero, ¡Ay cómo ganen! ¡Pobres madridistas! Lo qué tendrán que aguantar no está en los escritos. Esta victoria les dará a los atléticos para años y años de cachondeo: “Ganamos la copa del alcorconazo”, dirán. Aunque los madridistas quizás podrán contestar: “Nos centramos en la décima”. En definitiva, ojalá haya suerte para todos los equipos madrileños, sin olvidar al que no ganará ningún título, pero ya se ha ganado un monumento: el Geta. El equipo humilde capaz de dar pases imposibles y que capitaneado por un jugador de altos vuelos, como es Pedro León, parece que en esta segunda vuelta está en condiciones de escalar un par de posiciones.
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